Tierra de Vampiros (Sexto capitulo)

>> sábado, 30 de enero de 2010

Cuando el cuerpo de ella se relajo, el la levanto y la puso de cara al sillón donde la reclino dejando su torso recostado en el sillón mientras que su delicioso culito quedaba al aire.
Misha estaba tan ida en su placer que tardo en comprender lo que él hacía, pero al momento de hacerlo tuvo un poco de miedo.
--Relájate – murmuro el al ver que ella se tensaba.
El vampiro acerco la bolsa de papel de donde saco un pequeño tubo, lo abrió y comenzó a aplicar el contenido en el trasero de ella.
--Andrew…
--Shh, todo está bien.
Minutos después ella escucho el sonido de un vibrador.
¿No pensaba el meterle eso a ella? ¿Verdad?
Un minuto después comprendió que esa era su intención.

Misha grito al sentir el frio plástico entrar en ella. Había dolor. Mucho dolor.
Trato de alejarse pero Andrew la sujeto con fuerza de la cadera impidiéndole moverse.
Cuando el finalmente le introdujo todo el vibrador, la soltó y dejo que ella se acostumbrara a él.
--¿Estas bien? – pregunto varios segundos después.
Misha jadeo en respuesta pues el dolor ahora era placentero. Muy placentero.
El interpreto afirmativamente su jadeo y prendió el vibrador, provocando más gemidos y jadeos de parte de ella.

Ella se retorcía por el increíble placer que sentía mientras que Andrew se acerco a ella por la espalda, la abrazo un segundo antes de giralda hacia él y besarla.
Sus lenguas bailaban a un ritmo sensual mientras que el acunaba sus pechos, por su parte ella recorría con sus manos el increíble abdomen de él.
Misha rompió el beso para poder tomar aire, pero él no perdió el tiempo ya que inmediatamente tomo posesión de un pecho con su boca.
Ella iba a explotar pero aun no quería que acabara así que trato de pensar en cosas absurdas para distraerse y expandir mas su placer, se mordió el labio inferior para tratar de frenar los gemidos que salían de su boca.

La tortura duro solo un minuto más, antes de que Andrew masajeara su clítoris con el pulgar. El grito que salió de su garganta fue tal que Sheila salió disparada hacia la cocina.

--Andrew.
--Eso es pequeña, córrete.
El no dejo de masajearla, ni apago el vibrador, mientras ella seguía removiéndose inquieta en sus brazos.
Misha busco aire mientras sentía que otro orgasmo se aproximaba. Sus labios temblaban provocando un extraño chillido así que para frenarlo se mordió el labio inferior.
El introdujo su pulgar en ella, lo cual inflo más la bomba de su orgasmo.
--Eres hermosa – susurro mordisqueándole la oreja – Tan suave, tan cálida – su pulgar se hundió mas en ella – Tan húmeda.
Esta vez Misha se mordió el labio tan fuerte que el instante saboreo su sangre.

Andrew siguió torturándola hasta que un exquisito aroma lo abrumo, levanto el rostro de ella casi con violencia y entonces vio el hilito de sangre bajar por su barbilla.
Sin poder contenerse lamio la sangre. Gimió por el sabor y sin pensarlo atrapo un pecho en su boca. Lo lamio tiernamente antes de morderlo y sentido la sangre de su pequeña estudiante llenándolo.
Ella grito, pero no precisamente de dolor.
Este sin duda había sido el mejor orgasmo, grito tanto y tan fuerte que supuso que al día siguiente estaría ronca.
El placer se extendió por todo su cuerpo, consumiéndola a tal grado que la dejo inconsciente.

Andrew maldijo al sentir flojo el cuerpo de ella.
Rápidamente lamio el pecho para cerrar los pinchazos, saco y apago el vibrador antes de acostarla en el sillón.
Se maldijo a sí mismo en todos los idiomas que conocía.
¿Qué demonios había hecho?
Esto precisamente era lo que había querido evitar, ¿Por qué se había dejado llevar?
Miro de reojo el cuerpo lleno de sudor de ella y obtuvo su respuesta.

Su pequeña era hermosa y los sonidos que hacía era melodía para él. La forma en la que decía su nombre entre jadeos al correrse ere el mejor deleite que había encontrado en su larga vida.
--No es tu pequeña – se recordó furioso con la mujer que lo había tentado como las sirenas hacían con los marineros.