Tierra de Vampiros (Septimo capitulo)

>> lunes, 15 de febrero de 2010

Misha tardo un rato en descubrir que ya había abierto los ojos, pero es que la habitación en la que se encontraba está sumida completamente en tinieblas.
A tientas encontró una pequeña lámpara de noche, al encenderla se descubrió en un pequeño cuarto que estaba pobremente amueblado con una ropero antiguo color caoba, un par de mesitas a juego con el armario y la cama King Zide donde se encontraba ella.
Al estirarse Misha noto que su cuerpo era presa de suaves calambres y se sonrojo al recordar la causa de ellos.
Andrew había estado fantástico la noche anterior. Ella jamás se había imaginado que su cuerpo fuera propenso a sentir tanto placer. Claro que nunca se había encontrado con un ser tan perfectamente divino como Andrew.
La pelirroja se puso de pie y al sentir su cuerpo pegajoso por lo mucho que había sudado en sus lecciones, con mucho cuidado – ya que la casa estaba igual de oscura que el cuarto – fue a la ducha donde se dio un largo baño para relajar sus tan estirados – y extasiados – músculos.
Cuando por fin el agua caliente se acabo salió de la ducha y se envolvió con una enorme toalla negra. En su examen al cuarto no había encontrado sus ropas por lo cual se dirigió directo a la sala donde recordaba habérselas quitado anoche, pero para su desconsuelo no las encontró ahí.
--¿Ahora como saldré de aquí? – se quejo mientras caminaba hacia la ventana que recordaba que había en la sala.

No tenía ni idea de donde se encontraba Andrew, sospechaba que se encontraba durmiendo y según lo que le había contado era de idiotas molestar a un Vampiro mientras tomaba su siesta.
Con un suspiro tomo la gruesa tela negra que cubría la ventana, justo cuando iba a abrirla Sheila salió de alguna parte y le siseo.
--Supongo que eso significa no, ¿correcto?
Misha puso los ojos en blanco al darse cuenta que estaba hablando con una gata. Volvió a tomar la cortina para apartarla y al instante Sheila volvió a sisearle, pero esta vez lo hizo tan fuerte que Misha asustada se volvió a ella.
--Calma – le pidió levantando las manos en señal de redición – Genial, ¡Lo he vuelto hacer! – Murmuro mientras que a tientas buscaba el apagador de la luz – ¿sabes? Para ser una gata tienes un carácter horrible.

Aun con queja y todo, la pelirroja se dejo caer en el sillón a lado de la gata, el animal de inmediato tomo posición de su vientre al hacerse ovillo ahí.

--¿No tienes hambre? – pregunto Misha después de quien sabe cuánto tiempo. Al darse cuenta que volvía a hablar con la gata soltó una pequeña risa – No entiendo porque me molesto.
Misha se quito de encima a Sheila y fue a la cocina. Andrew le había dicho que le había comprado comida así que esperaba que no le molestara que se tomara libertades con su refrigerador. Y al parecer el vampiro se había preocupado por ella ya que la nevera estaba completamente a reventar de comida que Misha estaba segura que él había comprado solo para ella.
Deicidio que comería pasta y un buen trozo de carne, también le preparo una sardina a la gata y juntas comieron en la sala.


Al instante que Andrew se despertó supo que ella aun estaba ahí.
Salió de la biblioteca solo para confirmas sus sospechas. Encontró a su pequeña estudiante recostada cómodamente en el sillón con Sheila desparramada en su vientre.
Andrew se detuvo antes de llegar a ella para poder contemplarla y se juro así mismo que era la cosa más tentadora que había visto en su larga vida, Su pequeña solo llevaba su toalla encima.
Sin siquiera pensarlo soltó un ligero gemido, cosa que fue un error puesto que de inmediato un par de ojos verdes se centraron en el.
--Hola – lo saludo Misha con un agradable sonrojar en las mejillas.
--Aun estas aquí – contesto él con la voz seca.
Andrew sabía que tenía que hacer, ¡pero por todos los infiernos! Era más difícil de lo que había esperado.
--No encontré mi ropa – Explico Misha confusa por su tono de voz – y evidentemente no podía salir desnuda.
Andrew le dio la espalda y con paso decidido fue a la cocina, regreso solo pocos segundos después con la ropa de Misha en las manos.
--Se mancharon de crema batida – Explico – así que las lave.
-Oh, no pensé buscar en la secadora.
Misha se puso de pie algo intimidada, es decir no sabía qué hacer, Andrew había sido sumamente tierno con ella ayer, pero al parecer hoy no estaba de humor.
--Tome algo de tu comida, espero que no te moleste.
--No, no lo hace.
-Bien – Misha tomo sus ropas y aunque el ya la había visto – y explorado – desnuda fue a la habitación para vestirse.
Al regresar encontró a Andrew mirando por la ventana, la cual ya no tenía la gruesa cortina.
--Bueno… pues creo que me voy.
Andrew ni siquiera se digno a mirarla.
--No puedo volver esta semana ya que tengo muchos exámenes, pero ¿te parece bien si vengo el próximo viernes?
--No, no me parece.
Misha se quedo literalmente con la boca abierta al oírlo, ¿Qué diablos le pasaba hoy?
--¿Disculpa?
--No quiero que vuelvas a venir.
Ok eso si que era una sorpresa para ella, ¿tal mal se la había pasado anoche con ella?
--¿Por qué no? – aunque Misha había tratado de evitarlo su voz sonó áspera.
--Simple – respondió Andrew encogiéndose de hombros – No te quiero aquí, ¡Joder! Ni siquiera te quiero cerca de mí.
Misha no sabía cómo responder a ello y por un momento solo pudo abrir y cerrar la boca tan rápido que parecía un pez fuera del agua.
--¡Pero tenemos un trato! – Logro decir después de casi un minuto – ¡No lo puedes romper!
--Puedo y quiero. Ahora por favor retírate y busca otro que te ayude.
--¡Tu maldito Vampiro idiota! Mediste tu palabra.
--No te di nada más que placer. Confórmate con eso y no vuelvas.
Misha estaba tan furiosa que ni siquiera se detuvo a pensar cuando levanto una revista de la mesita de centro y se la aventó a Andrew.
Andrew al instante se puso en defensa. Cogió la revista en vuelo y se acerco a Misha tan rápido que la aplasto contra la pared y su cuerpo.
--No vuelvas a hacer eso pequeña. ¿Acaso tu mama jamás te enseño a no enfadar al lobo?
--Tu no eres un lobo – le desafío ella.
Misha sabía que probablemente debería estar temblando de miedo. Y es que ¡joder! En que había pensado en arrojarle la revista. Pero por extraño que parezca sabia que Andrew jamás la lastimaría.
--Tienes razón pequeña, no soy un lobo, soy algo peor. Soy un vampiro – y como si hiciera falta afirmar su confesión, Andrew abrió la boca para mostrarle los afilados y largos colmillo – Corre a casa pequeña y ocúltate del vampiro.
Al ver los colmillos de Andrew, Misha recordó la noche en que Ron la había mordido y por fin el miedo invadió su cuerpo. Empujo a Andrew lejos de ella y sin mirar a atrás salió corriendo de la casa.