tierra de vampiros (Decimosegundo capitulo)

>> domingo, 21 de marzo de 2010

Misha se paseaba nerviosamente por toda la sala.
¿Dónde diablos se había metido Andrew?
¡El condenado vampiro llevaba 8 horas a fuera!
Por vigésima vez Misha fue a la ventana, la calle estaba desolada y si, una vez más la pelirroja estuvo tentada a desobedecer y salir a la calle.
-¿Es que nunca piensa volver? – pregunto a la gata.
El animal, la miro como si pudiera entenderle antes de ronronearle amistosamente.
-Por lo menos podría tener una tele, me estoy muriendo de aburrimiento.

Misha se había pasado todo el día investigando en las cosas de Andrew pero por más entrometida que fue, no encontró nada divertido, ni una radio y menos aun un televisor. ¿Con que demonios mataba el tiempo Andrew?

Lo único interesante que había descubierto, era la forma en la que Andrew dormía.
Ella se había pasado las dos semanas pasadas dándole vueltas al asunto. Quizá el vampiro tenía un sótano oculto, o a lo mejor la leyenda era cierta y tenía que dormir en un ataúd. Sip esas ideas pasaron por su cabeza, pero esta tarde había descubierto que Andrew dormía en un sofá.
¡Un sofá!
En su última visita Misha había encontrado una puerta cerrada, esta vez cuando comenzó a indagar, descubrió que la puerta estaba abierta. Sin pararse a pensar, la abrió, la habitación era una pequeña biblioteca. Había estada tan fascinada con la hermosura de los muebles, que al principio ni había reparado en el diván de la esquina.
Al acercarse al mueble, descubrió que Andrew dormía profundamente en el sillón.

Misha se había pasado la mitad del día contemplándolo, pues cuando dormía los fieros rasgos de su rostro desaparecían, dejando solo a un hermosísimo hombre.
Sería tan fácil enamorarse de ti – había pensado la mujer – no me costaría nada entregarme a ti.
Pero entonces recordó algo. Andrew no era humano.

Y esa era la razón por la cual, Misha quería irse a su casa, no quería enamorarse de Andrew pues sabía que eso era la mayor estupidez que podría hacer.



Andrew estaba ansioso.
Había recorrido toda la tierra de vampiros, pero no había encontrado ni una jodida pista de esos cabrones. ¿Dónde se abrían escondidos?

Sus hostiles pensamientos desaparecieron de golpe al entrar a su casa.
La pequeña pelirroja estaba acostada en el sillón llevando solo una de sus camisas, sus brazos estirados caían por el brazo del sillón y la tela de la oscura camisa se había levantado, dejando a la vista un cremoso muslo.
¡Joder! Esto si que era un buen recibimiento.
Al acercarse descubrió que estaba dormida, cosa que no era de extrañar dada la hora.
Apartando a Sheila, tomo en brazos a la laxa mujer para depositarla en la cama.

Andrew la estaba tapando cuando sus ojos se abrieron de golpe.
La pelirroja le dedico una somnolienta sonrisa que lo dejo asombrado.
¿Por qué sentía como mil mariposas en el estomago?

-Llegaste muy tarde – le dijo ella una voz extremadamente ronca que hizo que el pene de Andrew despertara.
-La mentó despertarte – contesto él, al ponerse de pie.
Su intención era poner distancia entre ambos, pero el sentir de la mano de su pequeña en el brazo se le impidió.
-¿Vas a dormir?
-Aun no ¿Por qué?
Por favor que diga que lo que estoy pensando.
-Solo quiero saber por qué duermes en el diván.
Mierda, esto no era lo que querida.
-Solo hay una cama.
-Una enorme cama – lo corrigió ella, levantando los cobertores para que Andrew pudiera ver mejor.
Y si que vio mejor, solo que no precisamente lo que ella le mostraba.
Andrew se mojo los labios al notar que la mujer no llevaba nada de bajo de su camisa.

Misha noto el cambio en la mirada de él.
Ahora la miraba como si fuera un mendigo famélico y ella fuera un gran banquete.
Su sentido común le gritaba que eso no era bueno, teniendo en cuenta que él era un vampiro, desgraciadamente, Misha nunca prestaba atención a ese sentido.
Sin siquiera darse cuenta de lo que hacía, la mujer se inclino hacia delante, hasta capturar los suaves labios de él.

Andrew no perdió el tiempo e inmediatamente la envolvió en sus brazos mientras su lengua saqueaba la boca de su pequeña.
Misha lo jalo hacia ella, hasta que ambos acabaron tumbados en la cama.
Ambos se besaron frenéticamente, desesperados por estar más y más acerca el uno del otro.

Andrew rompió el beso solo para decir – Solo tenemos dos horas antes de que amanezca – mientras decía esto sus manos desgarraron la camisa que cubría a la mujer. – La clase de hoy – seguí mientras la bajaba de la cama – será: ¡Cómo hacer una buena mamada!

Misha lo miro desnudarse sin decir palabra alguna, y esto no era porque no quisiera hablar, si no porque no podía. Parecía que el cuerpo de Andrew le drenada el cerebro.
-Agáchate – indico él, cuando ya estuvo desnudo.
Sin siquiera pensar en replicar, ella se arrodillo delante de él.
Normalmente la idea de tomar a alguien en su boca le producía asco, pero para su asombro se encontró deseando probar a Andrew.
Anhelaba descubrir si en verdad era tan duro como parecía.
Andrew miro como los hermosos ojos verdes comenzaban a oscurecerse por el deseo. –Aquí estoy frente a ti, ¿Hay algo que desees hacerme? – ella asintió – Pues bien pequeña, hazlo.

Eso era todo lo que ella necesitaba.
Misha lo tomo suavemente entre sus manos. ¡Por Dios, era tan grueso que sus pequeñas manos no lograban rodearlo!
Con las yemas de sus dedos, Misha siguió el camino de las moradas venas hasta que pudo masajearle las bolas.
-Tu mano es delicada – dijo él con la voz ronca.
Misha no le prestó atención pues en ese momento estaba explorando su amoratada cabeza de la cual, una pequeñísima gota de placer se escapo.
La pelirroja atrapo la mirada del vampiro y con una perversa sonrisa se inclino para lamer el semen.
-Hmm… – Misha no pudo evitar gemir, pues su sabor era ambrosia pura.

Como si fuera una gata hambrienta, Misha lo introdujo completamente en su boca. Apenas comenzaba a chuparlo cuando Andrew la detuvo.
-Con calma pequeña, usa mas la lengua y menos los dientes.
Ella asintió y volvió a intentar.
Esta vez su lengua fue la encargada en acariciar el duro falo, mientras que sus manos apretaban suavemente los testículos.

Andrew no sabía qué era lo que más le producía placer, si verla tan hambrienta de él o lo que su cálida boca le estaba haciendo.
-Méteme lo más profundo que puedas – le indico. La pelirroja dudo pero al final lo obedeció.
Andrew se asombro al descubrir que la punta de su pene tocaba la campanilla de su pequeña.
Y pensar que se atraganto cuando lo intento por primera vez, con aquel cabron.
-Bien – dijo con la voz habida – ahora traga. – ¡Joder! Esta vez la pelirroja ni dudo – Si…, así – Sin poder contenerse, Andrew la sujeto de la nuca y comenzó a envestir contra ella.

Misha permito de buen agrado que follara su boca, ¡era delicioso!
Colocando sus manos en las caderas de él, comenzó a seguir el ritmo de sus envestidas. Apenas habían pasado unos minutos cuando Andrew se tenso y con un movimiento brusco salió de ella.
Misha lo miro desconcertada, hasta que descubrió lo que pasaba.
Con determinación, tomo la gruesa polla y volvió a metérsela en la boca, para recibir toda la semilla. Suavemente lo succiono hasta dejarlo completamente seco.

-No tenías que hacer eso – dijo él mientras ella se lamia los labios.
-Cuando hago algo, me gusta hacerlo bien. ¿O no querías que bebiera tu semen?
-¡Joder si!, pero…, no se, pensé que como era la primera vez…,
Oh mierda, ¿Qué le pasaba? ¿Por qué se quedaba sin palabras?
Nunca ¡Nunca!, ni en su vida humana le había pasado esto, ¿por qué mierda ahora si?

Frustrado por lo que le pasaba, Andrew salió de la habitación sin darle explicación alguna.
Pensaba poner bastante distancia entre ellos, pero la pelirroja no le dejo, pues lo seguido hasta la biblioteca.
-¿Ahora qué te pasa?
-Nada.
-Oh claro, a ti no te pasa nada y el infierno solo es un sauna. – Andrew la fulmino con la mirada, pero para su sorpresa ella le devolvió la misma furia.
-¿Qué mierda quieres?
-¡Qué dejes de actuar como un cabron!..., tu…, tu primero me miras con ternura pero al instante siguiente parece que me odias.
-Lamento decepcionarte pequeña – su voz sonó tan sarcástica como pretendía – pero yo nunca te he mirado con ternura.
-¡Eres un cabron!
En ese momento Misha estaba tan furiosa que le pareció muy buena idea golpearlo, pero al instante siguiente se arrepintió.

Andrew la atrapo contra el suelo, se sentó a horcajadas en sus caderas atrapándole las manos, pues no quería que volviera a abofetearlo – Me golpeaste.
-Así es Einstein, y te aseguro que si me sueltas lo volveré a hacer.

Andrew estaba en un dilema, una parte de él quería destrozarla por su atrevimiento, otra estaba asombrado por su osadía y una más quería someterla…, pero quería hacerlo de una manera que resultara placentera para ambos.

Con una pecaminosa sonrisa, se echo a la mujer sobre el hombro e ignorando sus protestas la llevo de vuelta a la habitación.

La indignación de Misha creció más, cuando sin ningún cuidado, Andrew la dejo caer sobre la cama.
El vampiro se movía tan rápido por la habitación, que Misha solo pudo verlo con claridad cuando lo tuvo a sus espaldas.
-Una vez te advertí que no enfadaras al lobo – le susurro al oído antes de colocarla a cuatro patas en la cama.
-Y yo te dije que no eras un lobo.
Andrew rio por su respuesta – Eres audaz, mi pequeña dama.
Misha apenas estaba analizando sus palabras, cuando Andrew ya la tenía amarrada de las muñecas a la cabecera de la cama.
- Veamos cuánto dura ese coraje tuyo. – le dijo Andrew a sus espaldas.
¿Cómo demonios acabe así? – se pregunto Misha.
Andrew la había colocado en una posición nada ventajosa para ella, pero para el si que lo era.

1 susurros:

marion black 22 de marzo de 2010, 15:30  

ahhh!!!!!! me encanta esta historia!!, siguela escribiendo porfavor