Tierra de Vampiros (Decimotercer capitulo)

>> lunes, 26 de abril de 2010

-¿Andrew? – La voz de Misha refleja el temor que la mujer sentía.
No tenía ni idea de lo que el vampiro pretendía hacerle. La había amarrado las muñecas en la cabecera de la cama, dejando su culo al aire.
Al principio ella pensó que solo la follaria, pero al ver que el salía del cuarto, ya no estaba tan segura.
-Joder Andrew, suéltame – Por mucho que gritara, el parecía estar encantado de ignorarla.
¿Y si se fue? No sería capaz de dejarla sola, en esta poción tan vergonzosa ¿verdad?
Joder.
Joder.
Joder.
¿Cómo había terminado así?


Sus muñecas empezaban a perder sensibilidad, cuando Andrew regreso.
La pelirroja no podía verlo, pero podía escucharlo moverse a su alrededor.
-¿Qué estas planeando? – Nuevamente la ignoro – Joder Andrew, dime qué carajo estás haciendo.
El silencio fue su única respuesta.

Si era sincera consigo misma, Misha aceptaría que lo único que le molestaba era que el la ignorara, no sentía miedo por lo que fuera que él estaba planeando, Es más, se sentía excitada al pensar en los juegos… o castigos en este caso, que el planeaba.

La mano de Andrew comenzó a acariciar la espalda de la mujer, prendiendo en ella un voraz fuego.
Misha comenzaba a retorcerse cuando de la nada una, una refrescante tela la segó.
-¡No te atrevas!
Andrew rio ante su grito. Si la pequeña se sobresaltaba por esto, ya moría por verla enfrentarse a lo demás.
-¡Andrew, quítame esta mierda de los ojos!
-No – fue su única respuesta

Andrew se alejo para contemplarla.
Era una delicia ver a la mujer a cuatro patas sobre su cama. Era toda suya.
No podría moverse y no podría ver lo que le aria.
Con una enorme sonrisa lobuna, que dejaba al descubierto sus largos colmillos, se acerco a la bolsa de papel que había dejado en el suelo, busco en el interior hasta que encontró las pequeñas pinzas para pezones que había corrido a comprar.

-Si te digo que yo soy un lobo tú… – Misha estaba tan concentrada en zafarse que no presto atención, así que él, la nalgueo – pon atención pequeña.
-Andrew…
-No hables a menos que yo te lo diga, ahora contéstame, si te digo que yo soy un lobo tú…
-¡Eres un jodido vampiro no un lobo! – El grito de Misha resonó en la habitación.
Andrew rio por descaro – Respuesta incorrecta.

La enorme mano del vampiro acaricio las redondas nalgas de la mujer antes de inclinarse para tomar un pezón entre sus dedos - ¿No quieres cambiar la respuesta?
La exasperación de Misha era tal, que su respuesta solo fue un gruñido.

Gruñido que se convirtió en grito, cuando algo le pellizco el pezón.
-¿Qué haces? – Su única respuesta fueron un par de nalgadas – ¡Joder deja de hacer eso!
-De verdad que eres insolente – apenas había terminado de hablar, cuando sintió otro pinchazo en el otro pezón – Relájate y te acostumbraras.
-Relaje y te acostumbraras – replico ella tratando de imitar la voz del vampiro – ¡Como no eres tu al que le están ahorcando los pezones!
-¿Sabes?, creo que tu insolencia merece un mejor castigo.
Sin decir nada más, Andrew salió de la habitación.




¡Maldito Vampiro!
Misha estaba tan enoja que no había dejado de repartir maldiciones e insultos a todo el mundo.
Maldijo a Nick por obligarla a esto, también a Charlotte, puesto que por ella se encontraba aquí, se maldijo mil veces a ella misma por ser tan estúpida y claro como dejar fuera de las maldiciones al jodido vampiro que la había dejado a sí.
Después de que Misha le gritara, Andrew había salido de la habitación y solo había regresado para quitarle un rato las pizas de los pezones, después había regresado a ponérselos de nuevo y desde ese momento el maldito no había regresado.

Sus muñecas ya estaban completamente insensibles, las rodillas, aunque estaban postradas en el suave colchón, le ardían, la ceguera en la que se encontraba la molestaba y lo que más le castraba era que el vampiro la había excitado solo para dejarla así.

Finalmente, cuando se juraba a si misma que estacaría a Andrew mientras dormía, oyó la puerta abrirse.
-¿Cómo estás?
Aunque se moría por responderle mordazmente, Misha se tranquilizo y tratando de aparentar ternura, le respondió –: Me duelen las muñecas.
-Bueno, te podría ayudar con eso, pero me temo que te lo tienes bien merecido.
Aguantándose otra mordaz respuesta, pregunto – ¿Y si prometo comportarme?
-Realmente no te creo, tus palabras son dulces pero puedo oler tu enfado, ¡Joder Mujer!, el olor de tu furia es tal que no me has dejado dormir.
-Te lo tienes bien merecido.
Misha ni siquiera se dio cuenta que hablo en voz alta, hasta que Andrew la nalgueo – ¿Lo ves?, esa maldita lengua tuya sigue al ataque.
Ya que la ternura no sirvió, Misha intento persuadirlo de otra forma – Pensé que te gustaba lo que mi lengua era capaz de hacer.

Andrew sabía lo que la pelirroja estaba haciendo, pero aun si no se resistio. Dejo que ella siguiera con su juego.
-Tu lengua sabe hacer maravillas, pero no estoy seguro si eso vale la pena aguantarla cuando se suelta.
-Suéltame y te are cambiar de opinión.
Andrew rio – No, creo que no, después de todo aun no acabo con tu castigo.


Misha escucho sus palabras y al instante siguiente lo sintió deslizarse por debajo de su cuerpo.
¡Joder!, sentir su duro cuerpo entre sus piernas la hizo mojarse al instante.

-Veamos cómo están estos pezones tuyos.
Los pezones de la mujer estaban tan sensibles, que con solo el rozar de los dedos del vampiro, la pelirroja se corrió.
-¡Jesús! – Exclamo Andrew, al notar hasta que estado de éxtasis había empujado a la mujer.
Delicadamente, Andrew tomo las muñecas de su pequeña estudiante y las desato, al instante la mujer callo contra él.

Misha seguía convulsionándose de placer, mientras Andrew le quitaba las pinzas de sus hipersensibles pezones.
-Creo que calcule mal el tiempo.
Misha quiso gritarle un par de cosas, pero no pudo hacerlo pues en ese momento Andrew comenzó a masajear tiernamente sus pechos.
-Lo siento – dijo el apenado – pero no te preocupes que ahora mismo te daré algo mejor que el bálsamo.
Su cura resulto ser nada más y nada menos que su boca.
Misha suspiro aliviada cuando la húmeda boca de Andrew tomo posesión de uno de sus pechos.
El vampiro tenía razón, las caricias de su lengua eran mejor que el bálsamo.

Andrew rio cuando sintió el cuerpo de su pequeña aflojarse, su cara reflejaba el placer que estaba recibiendo y su monte de Venus estaba goteante, esperando impacientemente por atención.

Atención que Andrew no dudo en darle, lentamente separo los pliegues del sexo de la pelirroja y hundió uno de sus largos dedos en el estrecho canal de su pequeña.

Misha gimió al sentir la invasión, desesperada por volver a culminar, comenzó a frotarse contra el hábil dedo. Podía escuchar la acelerada respiración de Andrew, pero ella lo que en realidad quería era verle, por lo cual intento quitarse la venda de los ojos, solo que él no lo permitió.
-No puedes quitártela – dijo él deteniendo las caricias – si te la quitas parare todo y lo único que conseguiremos ambos será una ducha fría.
-Quiero verte – pido ella con la voz ronca
-Pues no puedes, así que elije, ¿Te la quitas o continuamos?